Ideal
Granada CF

LA PLAZOLETA

Fútbol y juergas

  • Los jugadores, como cualquiera, salen de fiesta. Algo natural entre jóvenes siempre que no afecte al rendimiento. Algunos de los mejores de la historia reciente del Granada eran asiduos

La esfera íntima del deportista es un terreno que debe respetarse, siempre que no suponga una afectación en el rendimiento. Al futbolista se le juzga por sus capacidades en el campo, aunque algunos se hagan famosos por sus escarceos en la noche, incluso por sus amoríos, a veces múltiples. La ingenuidad sería absurda. Los jugadores, como cualquiera, salen de fiesta. Es algo natural, en su justa medida. Son jóvenes, atléticos y cuentan con bastante tiempo libre. El caso, como cualquier trabajador, es hacerlo con cabeza, sin excesos y previendo cuando toca encerrarse, bien porque hay un partido cerca o porque la situación del equipo no incite al cachondeo.

En las juergas hay muchos mitos y leyendas. Algunos de los que más fama tienen al respecto, tan torpes de echarse hasta fotografías, resultaron ser más pacatos que otros, muy astutos, que alternaban en ciudades diferentes u organizaban fiestas privadas, con más desmadre que en cualquier discoteca. Algunos de los mejores jugadores de la historia reciente del Granada eran asiduos a los focos y la música estridente, lo cual no significa que este sea un patrón de conducta a seguir ni que vivieran siempre bajo las estrellas. Otros complicaron así sus carreras o incluso las destrozaron, influidos por entornos nocivos. El caso más recordado, ya prescrito, es el de Dani Benítez.

El mallorquín al final se ha convertido en el ejemplo claro de juguete roto. Su positivo por cocaína está en el epicentro de sus múltiples errores, confuso e inmaduro por no saber medirse. Este que les escribe sufrió un veto de la plantilla rojiblanca en el curso de vuelta a Primera división por cuestionar veladamente ciertos hábitos y relaciones de Benítez en un artículo. Existía tal clima de confianza entre ambos que creí que llamarle al orden de esa manera le haría entrar en razón. Pero le sentó mal, muy mal. Y motivó a los capitanes a que se me castigaran sin hacerme declaraciones, en un boicot que no afectó al resto de mis compañeros de IDEAL y que mantuvimos en secreto para el lector.

Yo seguí tratando de hablar con los jugadores en cada desplazamiento, aunque sólo podía captar sus palabras si había otros compañeros alrededor. Al tiempo, el problema se relajó y se recuperó el contacto. Llegó gracias al balear, que aceptó atenderme precisamente tras un partido en el Camp Nou.

Ese día mantuvimos un diálogo profesional, como ha sido desde entonces. Nunca jamás afectivo. Cualquier simpatía personal, contraída sobre todo tras los ascensos, se había roto. Yo me equivoqué tratando de ser un hermano mayor. Él siguió haciendo tonterías hasta hundirse.

En medio, ha habido otras historias con otros protagonistas. Incluso un 'affaire' que involucró a un antiguo atacante con la pareja de un jugador de origen africano, que acabó a golpes por la intervención de un colega. Del curso pasado son conocidas -no destapo nada- las escaramuzas de Peñaranda y Success, que les costaron la desaprobación de algunos compañeros y un toque severo por parte del club, con multas. Tenían talento pero no se podía consentir todo.

Ahora también hay algún caso similar. Se ha aplicado el régimen interno. No daremos nombres, pero se pueden intuir algunos, porque hay algo que nunca varía. Ningún entrenador se tira piedras contra su propio tejado y si alguno sienta a alguien presumiblemente importante, es por algo. Los técnicos miran mucho para otro lado, como no haría ninguna autoridad en otro tipo de empresa, pero ante casos flagrantes, cae el mazo de la justicia. Bien porque su trabajo no es el acorde en el día a día, o bien porque la noche les confunde.

El momento para la escuadra es tan delicado que nadie puede estar absorto. Un equipo que no gana no tiene nada que celebrar. Un error lo tiene cualquiera y si se subsana, la vida continúa bajo el propósito de enmienda. El conflicto se inflama con el reincidente. Con el pasota. Esta crisis no deja sitio para veleidades. Disfrutar y reírse es hasta higiénico, cuando las cosas van bien. Por ahora no. Le toca apretar los dientes, no dormirse más y que nadie se salga del redil si quiere jugar. Porque si no, la puerta estará abierta en el mercado de invierno. Ellos mismos se señalan. Para que haya fichajes, habrá que dejar huecos.

La ampliación de capital

Desde la llegada de Jiang Lizhang se habla de las limitaciones económicas del Granada para alcanzar grandes cotas y se ha especulado, como ocurrió en el Espanyol, con la posibilidad de una ampliación de capital, que dé margen económico. Pero, cuidado, porque este asunto es complejo. Para empezar, porque el empresario chino no compró directamente el Granada, sino Daxian, la empresa pantalla que tenía el mayor número de acciones, cuyo administrador único era Jordi Trilles, abogado de Gino Pozzo. La sociedad Link International Sport Limited fue la usada por Jiang. Por tanto, para hacer una ampliación de capital hay que abrir un proceso amplio, que debería de conceder opciones de adquisión incluso al pequeño accionista y que se puede dilatar en el tiempo. Seis meses tardaron en el Espanyol en armarlo todo y, por ahora, en el Granada no se ha avanzado al respecto. Esto no significa que no se vaya a aumentar el techo de gasto en jugadores, que exista inversión invernal. Pero a lo mejor el método no es el de los 'periquitos'.

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